Ilustración de cubierta: Raúl Allén
«En algún momento de la que habría de ser su última reunión, o por lo menos la última a la que asistieron todos, los miembros del así llamado Oblivion’s Club decidieron dar al mundo una última oportunidad de espabilar y beneficiarse de su talento. Arcaedian, Pathos, Etterbeck, Sabbath, Peace, Thomas y, si se quiere, Saravannah: tales eran los nombres por los que se reclamaban unos a otros, si no con el debido respeto, sí al menos con algo de afecto. Los orígenes del Club y su razón de ser, el modo en que aquellos hombres se conocieron y la misión de la que se consideraban abnegados apóstoles, son cuestiones sobre las que el tiempo ha vertido sucesivas capas de desmemoria y confusión, y toda posibilidad de desvelarlas pasa por acudir a sospechosas leyendas y, más allá, a la pura imaginación. De formación anárquica, ideario polivalente y psique inestable, podría parecer que los concitados se proponían redimir al mundo de un exceso de saberes, de su racionalista soberbia y sus inabarcables bibliotecas. Pero admitamos que quizá esto no sea sino un modo de embellecer y disimular carencias y obsesiones, fracasos e inseguridades mucho menos nobles e interesantes.»
Ediciones Trea, 2025, Narrativa
Ilustración de cubierta: Joaquín Olmo
«Al primero lo vio sobre la mesa de la cocina, bastante cerca y aproximándose, con el aire errático y curioso del turista que se dispone a conocer las maravillas del lugar al que acaba de llegar. Inspiraba casi ternura, casi empatía. Era enero, la primera hora de una mañana de domingo fría y radiante, promesa de una plácida jornada de holgazanería. Lucía un sol que parecía recién desprecintado, el nuevo siglo echaba a andar como un niño incauto y confiado, y los hombres se entregaban a los buenos deseos y a la ilusión de inocencia con que se cierra un ciclo y se inicia otro.»
Ediciones Trea, 2025, Narrativa
Hecho en casa ediciones :), 2024, Cuentos postales, n.º 3
Ilustración de cubierta: Joaquín Olmo
«No es fácil, lo sabemos, encontrar palabras lo bastante encumbradas y excepcionales, el lenguaje que haga justicia a la belleza extremada, quizá tendría que improvisarse uno cada vez, un lenguaje que arda y desaparezca en un único uso. Pronunciar la palabra jamás oída y que al instante se convierta en ceniza en nuestra lengua, y nunca más se sepa. Anabel, en fin, se había recogido el pelo en un moño que parecía, solo parecía, improvisado, y dos mechones se descolgaban por su sienes cayendo en tirabuzón y acentuando la desnudez del cuello, de los hombros que brillaban como cumbres distantes o intocables.»
Ediciones Trea, 2024, Narrativa
En cubierta, ilustración de Joaquín Olmo
«Algunos dijeron que lo habían visto llegar, pero cabe ponerlo en duda; también nosotros, como todos, nos pasamos la vida abusando de la memoria: escogiendo los recuerdos, coloreándolos, fabricándolos a conveniencia. Da igual lo que hayas vivido, si tienes un poco de imaginación. Hay, es sabido, verdaderos artistas de la memoria, hombres que por su talento deberían estar en los museos, en las bibliotecas, como los cuadros y las novelas. Yo conocí a uno que nunca salió de su barrio, ni apenas de su calle, y sin embargo contaba historias fabulosas de un exótico pasado marinero: daba gusto oírle hablar de la luz de La Habana, el bullicio de Río, la crueldad de los piratas en el golfo de Guinea o la tierna hospitalidad de las indígenas, en las islas maravillosas de las antípodas. De alguna manera, todos somos ese ciego visionario, traspasado de historias, tanto más vívidas y luminosas cuanto más oscuro es nuestro mundo.»
Ediciones Trea, 2021, Narrativa
Alberto R. Torices
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