«Atraviesa Trafalgar Square entre estudiantes con carpetas y mochilas, turistas que despliegan sus mapas y empleados de oficina con traje oscuro como el suyo. Se dirige a las librerías de Charing Cross Road como ha hecho tantas veces, cuando una figura luminosa llama su atención desde un edificio próximo. Es una mujer, asomada a una ventana abierta, en una habitación llena de luz. Viste un holgado camisón abierto por el pecho y tiene la melena revuelta, como si acabara de salir de la cama. Le recuerda a Monica Vitti. No deja de caminar, pero afloja el paso para contemplarla mejor. Entonces la desconocida le mira, sonríe y le hace una seña con una mano, una seña que significa: Sube […]» (del cuento «Condición de poeta»)