«Si tuviera que salvar a uno, elegiría a Vincent, un chico inteligente y tímido que me ayudó con las integrales y que una tarde, en mitad de un paseo por los alrededores del lago Theron, me tocó los pechos como si le urgiera, como si llevara mucho tiempo necesitando hacerlo. No dije nada, no le rechacé, pero enseguida se detuvo, me pidió disculpas y se le encharcaron los ojos. Era lo que se dice un chico sensible, Vincent. Lo hicimos detrás de unos arbustos, sobre su chaqueta; fue cariñoso, duró poco y luego saqué los cigarrillos y fumamos, y él volvió a llorar sin hacer ruido. Era su primera vez, me dice en una de sus cartas.»