Maquetar tiene siempre algo de acompañamiento, de asistencia en el tramo final de un camino largo y a menudo arduo, el que un/a autor/a recorre silenciosa y disciplinadamente, durante mucho tiempo. Uno se propone que su compañía sea amable y discreta, que la asistencia que podamos ofrecer sea eficiente y facilitadora, en aras de una materialización final digna del trabajo enorme que se nos confía. Esta es la tesis doctoral de Ana Abello Verano, y ha sido una de esas ocasiones en las que quisiéramos —como siempre, pero más— desempeñar especialmente bien nuestro papel. No sé si lo habré conseguido, pero a la doctora Abello le agradezco lo infinito su confianza y la felicito por su excelente trabajo y su profesionalidad.